viernes, 15 de marzo de 2013
Cólera parda
No es el mar tu elemento. No es la muerte. Eres tú.
Desde las tripas de un poema: extinguidos ellos, los amantes. Un tipo de pacto bajo la piel erizada, atenta, en contra del tráfico hormonal. Un ejército de mariposas que defienden el ventrílocuo (derecho/izquierdo) del atraco, del atentado llamado latido. De la abrumadora explosión de la literatura hispanoamericana. De las transfusiones sanguíneas; veo la tuya correr. Agua clara. Del amor como inmolación sintáctica. De leer entre líneas tus manos en mi camisa, desabrochándola, o entre paréntesis.
La fuerza de atracción que sufren los cuerpos, a veces, es una bonita manera de representar el fin y, al mismo tiempo, el principio esencial de su nada orgánica. O algo. Como una arquitectura proyectada en picado. Sobre débiles líneas su impúdica naturaleza, su exígua materia. Se chocan dos cuerpos -dice el poeta- y el sol baila alrededor de ellos. Pero, al acariciar mis costillas, olvidan. Al hundir su cara entre mis piernas, olvidan. Como se olvidan los sabores de una almohada que nos vio enfermos. Un cuerpo es lo que es un cuerpo. Aunque la piel supure, a lo lejos. Se oxida la lengua en la conducta del olvido. Una especie de política de exterior con acuerdos y compromisos circundando el cuello. Apretando las manos. Aprovechando la carne disecada o las vísceras entecas. Palabras contra el desierto. Y notarán cómo se les seca la garganta. Y la boca. Y justo en medio, el desierto corregirá la sed. Aun mi palabra en contra. Aun el desierto alojado en sus corazones. Aun explicándose en nada.
jueves, 14 de marzo de 2013
hoy da asco y peta
Ojalá se me olvidasen las penas con la misma facilidad y eficacia con la que olvido los chistes.
miércoles, 13 de marzo de 2013
Suscribirse a:
Entradas (Atom)