...
Mirarte escuchar.
Nombres fundidos en las piedras.
Nombres que ahora son piedras.
Escombros.
Verte mirándome mirar.
Verte mirar lo que ves.
Verte mirando lo que escuchas.
Si cabe
imaginar qué insólitas
criaturas se sostienen
sobre tus manos,
qué fragor
en tus oídos.
¿Oyes la hierba crecer
tímidamente
bajo las piedras?
Serán ellas el futuro,
hijas de la naturaleza.
Ellas,
cetrinas poetisas
que se alargan,
se estiran
pretendiendo
enredar todos esos nombres.
Y tú ahí,
inequívoco,
como un Dios
tras el séptimo día.
Con un alma de pluma que,
a veces,
dormita sobre estas manos,
huye
a otros oídos.
Viéndome mirar verte mirar
lo que ves.
Hoy un sol despistado
que ha pasado
por alto el peso
de los huesos,
tan húmedos
y ateridos.
Otras, su furia deslizarse
por nuestra cara;
una conciencia que
por momentos
se derrite
riega
y
hace crecer la hierba
a nuestros pies
convirtiéndonos en una
sola piedra,
fundiendo,
entre muchos,
nuestros nombres.
...
No hay comentarios:
Publicar un comentario