lunes, 24 de junio de 2013


Click me
¿Y qué importa cuanto piense, realmente,
si cuando escribo, las palabras escapan a su antojo de mis manos
o en una aletargada disonancia con mi voz, cuando las digo?

Desde este lado son la caída en picado,
la constante decadencia de lo vivo,
y cuanto pienso,
si sale como loco de estas manos,
si de esta boca huye sin testigos,
brilla efímero... y luego perece.

sábado, 22 de junio de 2013

Etcétera

Una palabra.
Una mueca.
Un escalofrío quebrando el silencio tras los puntos suspensivos;
temblor capaz de cambiar el mundo, capaz de asolarlo y remendarlo tan sólo un segundo después.
Pero, realmente, nada es real y, esto, no es más que el requiem de un título que procura disimular su fracaso.

martes, 4 de junio de 2013

donde el calor es frío mármol

Oscuridad, mi vieja amiga, he venido a hablar contigo otra vez.

Alguien ha traspasado la esponjosa niebla del espacio. Lentamente se ha ido deslizando sobre la diafanidad de la noche, transcribiendo entre números La escritura del mundo. Hoy. Esta noche. Hace apenas un instante, aquí, en el retorno de la severidad de la naturaleza; de una forma menos literal pero más efectiva, lugar donde todo se torna esa forma de mirar tan vaga y enajenada que se deshace desaprendida, abrasando y al mismo tiempo inmóvil: coro de sus letras. Al último segundo de vida; la síntesis del propio caos. Bóveda de la espera. Alguien ha llegado, con su soledad de piano, a un mundo sordo. Un diálogo yacente, ya occiso, se calca sobre una tumba, o en algún muro.

(No sabría decir cuántas realidades o penumbras ha estado pintando como remiendos a ese algo que no existe desde entonces..),

Mientras, en diafonía permanezco silente, espectante ante las formas en las que retorna el gemido del corazón cuando flaquea entre un papel y unos dedos inmóviles, perplejos ante esta comitiva de renglones torcidos sobre airados ríos de tinta pues, imperioso es el esfuerzo que destina el cuerpo al dominio que ejerce sobre él la empresa del alma; inefable, y voraz si permanece. Y así fenece, en ese suspiro y tan de repente; como la definición de una sombra: un susurro, deformado y comprimido, aire sin destino.

Luego, se descubre tras la bruma alguien que escapa y desaparece. Sin haber estado; se aleja. Inapelablemente. Solícitamente. Y algo sigue a ese todo que no es para impregnarme de lo absurdo y terminar el día con la piel abierta -sin que alguien me espere- en esta nada.


domingo, 2 de junio de 2013

Llegó oscilando al galope de los gatos, y sobre las fachadas dejó caer la sangre de su parto; la vesanía de su acometida argumentaría cualquier catástrofe. Temblaba en su fonética acústica, y el paso adormecido aún de las nubes alejaba sus ecos hacia el horizonte, pero nunca el silencio.

Mi cuerpo perecía. Transformado en una sistemática composición de cobre, se oxidaba por su febril cesión sobre la columna vertebral del sueño, lejos del mundo y su mecánico balanceo, y cuando apenas ya dolía, comenzaron a arder, raídos, los eminentes rayos anaranjados. Ya limpios los suelos de ruído y de furia, se oyó burlarse al gallo y todos renunciaron a su ceguera.

Por eso nadie escuchó la bala.