¿Y qué importa cuanto piense, realmente,
si cuando escribo, las palabras escapan a su antojo de mis manos
o en una aletargada disonancia con mi voz, cuando las digo?
Desde este lado son la caída en picado,
la constante decadencia de lo vivo,
y cuanto pienso,
si sale como loco de estas manos,
si de esta boca huye sin testigos,
brilla efímero... y luego perece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario