domingo, 30 de diciembre de 2012

"Si miras hacia el cielo y ves el mar no estás soñando, estás cayendo".

Y soñé que surcaba las espaldas de los sueños
y que todos en uno, el mío era 
ondulándose como un mar de trigo,
cimbreando almas en caminos abruptos,
haciendo sexuados destinos,
trazando la penumbra que alambra el desatino
de soñar hasta la muerte 
o al menos, hasta el alba,
y con mis malos despertares, olvidar
cuando quiera o cuando pueda
mientras vadeo los ríos; los de siempre, 
los de nunca de tus sueños, 
de los míos. 

domingo, 25 de noviembre de 2012

viernes, 23 de noviembre de 2012

Me encanta la impasividad del mundo a las cinco de la mañana. El tránsito del aeropuerto ha cesado, y yo aquí a punto de saltar sus muros. Sólo se oyen, si acaso, mis pasos sobre las líneas amarillas, que dibujé en lentos trazos como si fueras avión que las entendiera.

Me encanta el silencioso latido en mis manos, que permanece aún tras dejar el muro atrás, y esa indolencia en los aviones que nunca se asustan de los extraños.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

'Nobody, not even the rain, has such big hands'.

...

Mirarte escuchar. 

Nombres fundidos en las piedras.
Nombres que ahora son piedras.
Escombros. 

Verte mirándome mirar.
Verte mirar lo que ves.
Verte mirando lo que escuchas.

Si cabe
imaginar qué insólitas 
criaturas se sostienen
sobre tus manos,

qué fragor
en tus oídos. 

¿Oyes la hierba crecer
tímidamente
bajo las piedras?

Serán ellas el futuro,
hijas de la naturaleza.

Ellas, 
cetrinas poetisas
que se alargan,
se estiran 
pretendiendo
enredar todos esos nombres. 

Y tú ahí,
inequívoco,
como un Dios 
tras el séptimo día.

Con un alma de pluma que,
a veces,
dormita sobre estas manos,
huye
 a otros oídos.

Viéndome mirar verte mirar 
lo que ves.

Hoy un sol despistado
que ha pasado
por alto el peso
de los huesos,
tan húmedos
y ateridos.

Otras, su furia deslizarse
por nuestra cara;
una conciencia que
por momentos
se derrite
riega
hace crecer la hierba
a nuestros pies

convirtiéndonos en una 
sola piedra,

fundiendo, 
entre muchos, 
nuestros nombres.
...

domingo, 4 de noviembre de 2012

Es como... cuando estando a oscuras chocas con tus propias cosas porque no recordabas haberlas puesto ahí... Pues, a veces, también pasa con las personas.


sábado, 27 de octubre de 2012

''Toquen aquí, sobre el chaleco, y verán cómo me palpita un saco de piedras oscuras'', o declaración de amor.



Del 12 de Octubre, desde algún lugar del mundo.

Si por el renglón del corazón cada mañana descarrila un tren, como dijo Sabina, hoy bien soy un renglón de la noche que hace despegar los aviones. Testigo de cómo penetran en la oscuridad, puñales que se hienden en la piel entre cosquilla y costilla. Partícipe de su muerte, sin ansias de volver, ni de quedarme.
Berkeley alegó que el mundo no existe más allá de la percepción, que el materialismo siempre ha sido una lucha constante contra el pensamiento y que ni siquiera existe lo tangible; ¿flota más allá de la vista el espacio, o la luna? Cerrar los ojos es como mirar fíjamente a la noche. No desaparece el mundo, sino tú. Más tarde, David Hume lo explicó mejor; mejor que yo, claro. Ya voy que ni sé lo que digo, ni cuántos grados tiene ésta botella; se me está olvidando su color. La oscuridad se cristaliza sobre las nubes y en el interior de esta protesta. Me narcotiza con sus palabras encendidas, incendiadas, con el alcohol de los bares, con aglomeraciones que gritan ''más fármacos artificiales'' mientras se precipitan hacia el Abismo, con las intermitencias de coches a doscientos veinte, sus fantasmas y sus miedos. Le escribo a la noche a la vez que formo parte de ella, sin necesidad de lunas. Así hablaba Antonin Artaud de los poetas. El poeta piensa, el genio ve. Yo digo: que les jodan a todos los genios y poetas, maldita sea. Se trata de la noche, sola y exclusivamente, sin más versos ni metáforas. Nadie ha sabido desnudarla, dormirla, vomitarla.

La noche es interminable. Cuando aparece el día, es de noche en otra parte del mundo o hay alguien que la escribe y se le escapa, como a Fleming se le iba en la muerte o en el suspiro. La noche no acaba de irse nunca. Sus pasos nos conducen al perímetro de los sueños; laberinto Valeriano donde nunca doy con Él. Au contraire, se fugan todos los ángeles oníricos de Blake con Él. Nunca fue la noche veracidad, pues lo veraz de ésta ya lo pintó Goya en un habitáculo oscuro donde la revelaba, -el sueño de la razón produce monstruos- aunque eso Gèricault no lo entendiese nunca y se encerrase en la oscuridad. La noche es alquitrán que se ciñe a las suelas de los zapatos. Hoy soy un renglón en la noche del que huyen las palabras. Se perfilan travestis y putas en estos escenarios alumbrados por bombillas color sangre. O teñidas de sangre; debajo de mi balcón se trafica con maravillas mientras descubro el significado de un whisky seco. Seco. A secas. A solas. Lautrec habría dibujado mis medias rotas y las uñas rojas que no tengo de tanto arañar la superficie de mi piel. He cenado calumnias y ahora, al mezclarse con el alcohol, me pica el estómago. Me han mordido como Cronos se comió a sus propios hijos mientras yo asentía, llevando una estrella en cada ojo que me han terminado cortando con sus esquinas. La noche, la noche... La noche. Lo de menos en la noche es que sea tan intensa. Diría ''La noche es el subconsciente de la realidad'', pero eso sólo quedaría bien en la literatura. La noche en este lugar es un espejo negro donde una Bèla Lugosi se mira mientras un Johnny Weissmüller grita desde un agujero negro. Noctámbulos. Insomnes. Locos. Apátridas de la luminosidad. En este lugar, la noche es noche como el alma lo es sin haber sido. De cualquier manera. En este lugar, la educan las horas. La cogen de la mano, se la llevan a la cama y la colocan bien alto, como la Última verdad: ''Amé a Pelagia Vlassov, una noche, como se ama a una espina''.


Ahora, discúlpame, sólo pretendía decirte -y habría sido todo mucho más sencillo- que por encima de la filosofía, el arte y la literatura, simplemente me he sorprendido recordando aquella noche que pasé contigo. Tan así, como un pequeño y torcido renglón de la noche donde conseguiste alinear tus minúsculas letras índigas, y que lograste hacer desaparecer, tímidamente, antes de que explotase el Día.


lunes, 22 de octubre de 2012

El hombre huye de la sensitividad de la mujer, ignorando que, paradójicamente, también ella quisiera huir de sí misma.

lunes, 15 de octubre de 2012

Hace apenas un momento, tras alejarme del sueño, miraba por la ventana y me preguntaba cómo podía ser posible contemplar tanta belleza y sentirse tan vacío mas, poco después, me descubrí con el corazón en llamas.

Todo lo que ví fue su reflejo.

sábado, 22 de septiembre de 2012


Tengo un sueño,
cuya apasionante fuerza por la que se rige 
dueña mis pensamientos, 
dejándolos al cargo 
de la mirada 
en la que se inspira.

 ---



...y no me hago ilusiones
por si fruto de mi imaginación es
el verte cada noche cuando salgo.



miércoles, 12 de septiembre de 2012

martes, 28 de agosto de 2012


Y, entonces, la ví. 
Estaba en el centro exacto de mis ojos.

He llegado a casa esta noche y sólo pensaba en secuestrar autobuses llenos de mariposas que viajan hacia el sur, donde los tibios besos del sol todo lo acompasan y todo lo desinfectan. Pero ay, ya casi hace frío y no hay posibilidad de comunicación, hemos perdido el contacto con el otro lado del mundo; aquí no llegan sus huelgas ni sus asesinos. Tan sólo, de vez en cuando, vemos morir alguna farola, provocando variaciones en la temperatura de este mínimo espacio enormemente caótico, (como tu efecto, mariposa) suspendiendo mi vientre sobre el cristal, confundido, sintiendo que es el paisaje quien se mueve mientras tú, al otro lado -diminuta- permaneces estática ante su velocidad.

Cuando la amplitud de tus alas corta el aire, se encoge el universo. Atraviesa la profundidad de la noche y tráeme a veces el desconsuelo, el desastre, las heridas, la tristeza. Tú, alevilla silenciosa, ¿recuerdas aquellos días en los que saltaba para ver lo que escondía aquel muro interminable? Ay, si fuesen posibles los ojos en las paredes como en las ventanas de Cortázar, contigo, querida. Contigo siempre.

Cuando he llegado a casa esta noche, tiritaba. Ya casi llega Septiembre y algunos dicen que sigue siendo verano. pero eludiendo tentar la suerte... mi estómago será tu abrigo.

lunes, 30 de julio de 2012


Una vez sumergido en la oscuridad se dejó acoger por la vehemencia con la que el ron trenzaba su garganta, y entre desquite y calada, percibió una mirada intrusa jugueteando con el contorno de su sombra. Paseando, al igual que él, por la orilla de una página pretendiendo tornar soledades.

Allí estaba ella, desnuda ante los turbados ojos de la noche, mecida por la súbita corriente de su aliento al mismo tiempo que era proyectada hacia ese cínico y silencioso deseo que gritaba despacio si estaba a solas, y lo vio ir hacia el agua; la gravedad ya flotaba sin él. Lo desalojaban las gotas, haciendo dibujos sobre su cuerpo uniéndose unas a otras, trayendo consigo la fiebre. Construían esquemas acuáticos sobre la hipotermia de su pecho. El boceto de su tacto. El onírico trazo de la superficie de sus manos, pero el análisis lejano de aquella mirada le invitaba a continuar. Las huellas de sus pies se anclaban en la arena, relegadas de un futuro intermitente que llegaría cuando menos lo esperase y con urgencia de algo (de alga...).

Aquellos ojos le saludaban desde el borde de un precipicio. Él, aún en la orilla, luchaba contra la permanencia de la espuma, desbordada por el balanceo de una anatomía sedienta que reclamaba humedad. Se acercó la botella a la boca, dimensionando los labios entre sus párpados. Parte del trago se diseminaba garganta abajo con un tránsito pausado, sutíl, y borracho de sal, su estómago empezó a contraerse con cada uno de sus pestañeos.

Ya, frente a frente, se recogían en delgados hilos de saliva que derramaban en la inmensidad del océano.


viernes, 13 de julio de 2012

La vigilia

Tenía la piel helada. Abrí los ojos.

Trauermarsch. In gemessenem Schritt. La quinta de Mahler ensayaba su muerte en el auditorio. La barra donde me encontraba esperándote estaba llena de intentos desesperados por pedir una copa. En ella se abrían afiladas sonrisas que me invitaban a tomarla, mientras mi traje, demasiado oscuro o demasiado corto, dinamitaba sus miradas por mi cuerpo. Matusalén con un cubito de hielo en la mano y tú sin dar señales de vida. Me lo bebí de un trago, buscando tu figura emergir entre la gente. El lugar inmovilizaba, como una confabulación de melodías pasadas, desidia de violines e indicios de contrabajos. Instaban a quedarse. A permanecer. Aguardé al lado de unas esculturas que más que saludar parecían querer atraparme. Les devolvía el saludo, por si acaso era alguien conocido. Fuera, la ciudad apestaba a refinería.
-¿Estudias o trabajas? -Me preguntan.
-Pues no sabría qué decirte -contesto.
Érais tú y tu sonrisa.

Stürmisch bewegt, mit grösster Vehemenz. Las siluetas embestían como el mar contra la  roca. Nos sentamos.
-Bimn, bamn! -Empezaste a cantar- bimn, bamn! -seguías.
-Estás fatal.
-Estoy pletórico, aunque... me acabo de dar cuenta de que este podría ser un mal sitio.
-¿Por qué? -Pregunté.
-Porque el sonido rebota en el palco. Al menos eso dicen los expertos.
-Pero...¿de verdad íbamos a oírlo? -y sonreíste cómplice de mi comentario.
Desfilaron ante nuestros ojos dos chicas y paseamos nuestras miradas desganadas y obtusas sobre la solidez de sus piernas.
-Mira, jóvenes, guapas, y además Mahlerianas... -exclamaste.
Yo saqué el cartel.

Adagietto. El concertino verificó la afinación de la orquesta. Aplausos. El director saludó. Más aplausos. Luces lentas que no eran más que luces a medio apagar. La música se dilataba hasta mi oído. Una entrada inapropiada del sonido se descifraba en mi sillón y me poseía. Apenas era la música, apenas el sonido. Un río o un ejército de ángeles venía con tambores y esquinas, girando en cada butaca, aclamando nuestra atención, haciendo que nuestros pensamientos divagaran en ese universo de notas, notas que eran la estructura amortajada de un viejo pentagrama, ahora lúcido, antes incomprensible, porque Mahler, de corazón ambizurdo, no era nada sencillo.

Rondo-Finale. Allegro-Allegro giocoso. Frisch. Y habló Nietzsche, dándole a las palabras una dimensión de caricias. Tus manos picoteaban mis medias dibujando círculos. Dentro, la asistencia de mi piel transformándose superficie. Debajo, un placer paralizado, ya en otro fondo, en otras manos. Me sentí desaparecer por un momento. Sólo existía el afinado arpa de tu boca. De espaldas a Zaratustra se prodigaba tu ya enternecida risa y el aire con su melodía. Ya no poseía la pureza de nada. Sólo instantes, sólo pequeños detalles a punto de ser tallados por algún cincel imaginario. Fuera, la oscuridad lo ocupaba todo en el cielo, difunta de astros, de estrellas indispuestas por la polución. No había nada que buscar ya en ese lugar. 

Langsam. Ruhevoll. Empfunden. Y comenzamos a caminar. Lejos de saber qué necesitamos, qué queremos, pero que me baste, ahora, con esto: ir, a donde pueda averiguarlo contigo, y allí, allí ser quien vea los inquietantes matices de tus sentimientos, allí explorar los míos. Y allí despertar y que vuelva el mundo, con sus intérvalos de sensatez, y nos permita volver a nacer, ¿sabes? porque antes de ese momento existe, aunque breve, una coyuntura en el tiempo en la que me siento caer y, en ese pausado y fugaz descenso, una luz choca contra mis ojos, crece hasta abarcarme, y ya no puedo ver nada... 


entonces vuelvo a cerrarlos.




lunes, 9 de julio de 2012


Si la cabeza es un árbol 
que puede albergar 20.000 pájaros 
y la tuya tiene 100.000 
se te van a los demás árboles. 






Es un día al que le faltan horas.

martes, 3 de julio de 2012

Mis costillas son fuego en los ojos de Adán



Mentiría si dijese

que las sábanas que nos arropan en este lecho de hastío hacen que llore tu vientre, y que por eso te desangras. Tú, coagulándote, bullicioso, sin pretextos. Recordando vistas interestelares a campos verdes saturados de primaveras ubérrimas. Descobijando mis ramales desde el pensamiento más recóndito  hasta el más impreciso recuerdo. Yo, impetuosa, aludiendo la vejez. Desnudando mis templanzas, recelando de las finas capas de humo, de tus cárcavas. 

Que llegarán, exasperados, los sueños. La justicia llegará y nos arrastrará al vacío. La ruína, la sal. Llegará la muerte al mismo paso que lo hará la ciencia. Llegará la enfermedad, difuminada, pero llegará y, deseosa -palpitar de bocas transigentes, aclamada luz de mi vida- traerá el deseo. Se someterá a los cuerpos. Romperá las puertas, escalará los muros, abrirá las ventanas, y si se ve necesario, surprimirá la lógica. 

Por eso mentiría. 

jueves, 28 de junio de 2012


Defino hardcore un lugar sin mar,
sueños de pecera con agua tras el cristal.


   ''Qué asco, tu pueblo''. Cuelgan en los tendederos pieles de animales: conejos, gatos, perros, osos o humanos; no consigo distinguir el color del cuero cuando seca, degollado por pinzas de madera. La velocidad extirpa retrovisores, despelleja los coches. Aún quedan restos de ácido en sus chapas de cualquier tormenta nocturna. La venganza es fácil y apenas consigue molestar a alguien. Se camina sobre jeringuillas inyectadas de fracasos y sueños. En una de sus calles arden billetes para calentar las manos, ¿lo ves? Ahí, donde unos queman y otros arden. La chimenea del mundo. ''Qué asco, tu pueblo'', me decías mirando disimuladamente las cenizas. 

   Ya, mi amor, ya, pero si tú vienes esto es oro. Los niños y niñas ya no juegan por la mañana, pero sigue sonando la sirena del recreo. Las letras y los números son ese inocente sonido lejano que a veces resulta molesto. Se colocan, alrededor del brazo, un regaliz del color de la sangre pa que la corte, se baban convulsionando azúcar. Reímos lo que el tiempo nos hará llorar. ''Qué asco, tu pueblo, qué insólito''. El mendigo que duerme en aquella esquina se despierta a patadas o pedradas. Así somos de delicados. De delicadas. La poesía son esos graffitis y sus ausencias gramáticas. Cientos de cartones de vino apurados, estrangulados hasta la última gota, se amontonan alrededor de los contenedores. El rumor es noticia. Las putas, santas. O trabajadoras sociales, según qué favor. ''Qué asco, tu pueblo''.

   Pues no, mi amor, nada aporta este lugar, nada salvo un nuevo solar o un sol menor. No tan alto. No tan astro. No tan sol. Tú no perteneces a esto, por eso saltas contínuamente de calle en calle, con prisas y sin pausas. Nunca le has pertenecido. Ya me hubiera gustado (pero no). ¿Has pertenecido, quizás, a algo? Aunque, ahora que lo pienso, igual sí... Ciudades. 

lunes, 25 de junio de 2012

Nada que celebrar, todo por olvidar


La verdad es una navaja que prefieres ver clavada en otro estómago.


La claridad se atenúa a través de mis ojos, como un pájaro atadao a un mástil que, abatido, se desvanece en el suelo. El vergajazo desplega las alas con la levedad del último suspiro del secundero, y se consume, porque la luz es tiempo. Porque el tiempo se apaga. 

Esta luz, licuados astros de un claror compulsivo, tan sólo en los frígidos pasillos del recuerdo se logra viva, pues cuando el dolor es latoso, insufrible e insoportable, el brillo se envanece y las luces, atenuadas, engañan.

Entonces, cuando éstas se debilitan a través y entre de, las llagas se despiden con el retorno tatuado entre letras, rasgándose. 

Quizás todo ello no sea más que el resultado de extenuar lo eterno, de estancarse en la brevedad de los susurros y perderse en los gemidos de algún s3xo. De cargar con el fulgor hasta quemarse. De ser ciegos que suspiran hasta acabar con la vela. 

Yo qué sé, ni quién lo sabe.


viernes, 15 de junio de 2012

Porque somos hijos del Darko,


catedrático de la maldad justiciera.






Quiebra tu cuerpo, abandona tu alma.
Este sacrificio no es en vano, 
es puro amor.
Lunático, psicótico, sensual.

Vive: hiere y cae.
Sígueme hacia el futuro.

miércoles, 13 de junio de 2012

Entre lo raro y lo sublime: la blasfemia y mi yo



Sembrábamos el caos a nuestro paso. Todos miraban y ninguno entendía bien qué cojones había exactamente entre nosotros, el porqué de tanto ímpetu en cada gesto que compartíamos. Lo que yo buscaba debajo de todos sus puentes era ese canal por el que navegar al norte de todos mis mapas. Lo que encontrase al llegar era un pensamiento que ya había interiorizado desde el primer momento pero que, sin embargo, conseguía detener mi respiración aleatoriamente. Era imposible controlarla. Aunque, claro... todo pasa por algo, y aquello tenía una explicación que, con el tiempo, entendería.



martes, 12 de junio de 2012

Ou la lune saigne


Monelle me encontró en la llanura, por donde yo andaba errante, y me tomó de la mano:

- No te sorprendas -me dijo- soy yo y no soy yo. Me volverás a encontrar y me perderás. Una vez más volveré entre vosotros; pocos hombres me han visto y ninguno me ha conocido. Y me olvidarás y me reconocerás y me volverás a olvidar. 

Y añadió Monelle: Yo te hablaré de las pequeñas rameras, y tú sabrás el comienzo. 

Callóse Monelle y me lanzó una mirada:

- He salido de la noche -dijo- y volveré a la noche, pues yo también soy una pequeña ramera. 

Y Monelle dijo después:

- Tengo piedad de tí, tengo piedad de tí, mi amado. Sin embargo, volveré al seno de la noche, pues es necesario que me pierdas antes de volverme a encontrar. Y si me encuentras, huiré de tí nuevamente, pues yo soy la que está sola...

...Y Monelle dijo luego: Te hablaré de la destrucción. He aquí la palabra: destruye, destruye. Destruye en tí mismo, destruye a tu alrededor. Haz lugar para tu alma y para las otras almas. Destruye todo bien y todo mal. Los escombros son similares. Destruye las antiguas moradas de los hombres y las antiguas moradas de las almas; las cosas muertas son espejos que deforman. Destruye, pues toda creación proviene de la destrucción. Construye en las diferencias, destruye en las similitudes. No te dirijas a las permanencias; no están ni sobre la tierra ni en el cielo. No temas contradecirte; no hay contradicción en el momento. Todo pensamiento que dura es contradicción. No ames tu dolor, puesto que no ha de durar. Rebélate contra todo trabajo, contra toda actividad que trascienda el momento, rebélate. Borrarás con el pie izquierdo la huella de tu pie derecho. La mano izquierda debe ignorar lo que acaba de hacer la mano derecha. No te conozcas a tí mismo. No te preocupes de tu libertad: olvídate de tí mismo. 

Habiendo hablando así en la llanura, Monelle se calló y se puso triste porque debía volver a la noche. Y me dijo de lejos: Olvídame y te seré devuelta. 

Y miré por la llanura y ví levantarse a las hermanas de Monelle. 

Marcel Schwob